Por: Orlando Buitrago Cruz – Columnista invitado – Caminar por ciertas calles bogotanas, conlleva el riesgo de terminar con los bolsillos llenos de tarjetas que generalmente corresponden a prestamistas, brujos y prostíbulos (por pena con ustedes he invertido el orden de importancia que les doy).

En estos días, me encontré con una tarjeta que colmó mi curiosidad: en uno de los extremos tenía la foto de un campeón mundial de boxeo alzando los brazos, y al lado una leyenda que decía: “Hágase boxeador profesional”. De hecho, no me explico porque el muchacho que las repartía me entregó una sin percatarse de mis 1.60 metros de estatura y mis 12 kilos de sobrepeso.
Por curiosidad fui a la dirección que indicaba la tarjeta. Encontré gente de distintos colores y tamaños brincando cuerdas, golpeando peras o haciendo zigzag en el cuadrilátero.

Me llamó la atención un hombre de más o menos 50 años. Era alto, delgado, piel de leche, dientes de yuca, bigote de pistolero del oeste, pelo liso y largo con calvicie incipiente bordeándole la frente. Su ropa y su maletín de vendedor profesional estaban tirados en el piso, muy cerca al cuadrilátero en donde él hacia fintas y lanzaba golpes al viento, con sus puños encerrados en unos guantes descoloridos y rayados por el paso del tiempo.
¿Preparándose para Campeón Mundial? le pregunté como queriendo romper el hielo.
El hombre arreció sus golpes al viento mientras me decía con acento paisa:
– Se que soy mal boxeador. He perdido todos mis combates, todos me rompen la jeta, pero tarde o temprano seré campeón mundial, el que persevera alcanza.
– ¿Cómo se llama? Pregunté.
Me llamaba León Darío. Ahora soy simplemente León.
En una de las paredes estaban escritas frases célebres de boxeadores:

“Yo no quiero noquear a mi adversario, quiero pegarle, alejarme, y mirar cómo le duele: quiero su corazón”. Joe Frazier. Ex campeón mundial del peso pesado.
“Es duro ser negro. ¿Has sido negro alguna vez? Yo fui negro una vez… cuando era pobre”. Larry Holmes, ex campeón mundial peso pesado.
“Cuando peleas, peleas por una sola cosa: dinero”. Jack Dempsey, ex campeón mundial peso pesado.

“Cuando veo sangre me convierto en un toro”. Marvin Hagler.
“Detesto decirlo, pero cuando llega el dolor es cuando más me gusta el boxeo”. Frank el animal Fletcher.
“Nunca he sido noqueado. He estado inconsciente pero siempre de pie”. Floyd Patterson, ex campeón mundial peso pesado.
“Nunca me ha gustado la violencia”. Sugar Ray Robinson, ex campeón mundial de pesos welter y medios.

“Me gusta aniquilar a mis rivales pero antes disfruto recibiendo sus golpes, la gente no se imagina lo que se siente con un golpe en la barbilla”. Carmen Basilio, campeón mundial de los pesos medios y welter entre 1953 y 1957.
En el extremo superior izquierdo de la pared estaba registrada una estadística encerrada en un marco que dejaba a las claras el orgullo con el cual había sido escrita: “Livingstone Bramble, en unos cuantos minutos, le propinó a Ray Boom Boom Manzini 674 golpes, 255 de estos en la cara”.
Acostumbrado a tallar corazones en árboles y calles pavimentadas, preferí salir de ese lugar, cuando me dirigía hacia la puerta de salida, León me gritó:
– ¿Quieres morir de pie? Métete a boxeador.
Me matriculé, sentí curiosidad por saber como era eso de morir de pie. Después de mi primer combate, quedé con la cara como un globo terráqueo, pero sin los océanos, y taqueado de puestos de fritanga. Decidí que sería mejor morir acostadito en mi cama, y me he matriculado en un curso de ajedrez, pero aun, tengo secuelas de los golpes, y varias veces me he quedado dormido sobre el tablero. Además, descubrí que ser perseverante como León, no va conmigo, a menos que fuera con Esperancita Gómez.